Redacciones y reportajes

The Guardian advirtió a Le Monde y El País sobre el nuevo acuerdo poco después de la reunión del 1 de noviembre. Los periódicos recién incorporados disponían de apenas tres semanas antes del 28 de noviembre, fecha acordada para la publicación digital, para examinar el abundante alijo de cables. Los primeros socios hicieron la lista de las noticias que habían descubierto. Por ejemplo, Spiegel había sido el primero en notar que había cables en que el Departamento de Estado ordenaba a diplomáticos de EE.UU. espiar a funcionarios de la ONU. The New York Times había examinado de cerca materiales sobre Arabia Saudita alentando a EE.UU. a bombardear instalaciones nucleares iraníes. The Guardian se centró en los cables sobre la relación entre China y Corea del Norte. Mientras tanto, los dos nuevos miembros del consorcio, sobre todo la publicación española, ayudaron a descubrir algunas noticias nuevas, incluyendo una sobre diplomáticos estadounidenses que buscaban influir en los jueces [27] .

El 11 de noviembre, todas las partes se reunieron para ajustar la cuadrícula de la publicación. Assange llegó con un abogado, mientras que Ian Fisher, adjunto al director de relaciones exteriores de The New York Times , voló desde EE.UU. Katz editor adjunto de The Guardian asumió la tarea de coordinación. Preparó una cuadrícula de seguimiento: qué periódicos publicarían, qué noticias y qué días. "No queríamos superponernos unos a otros", señala Leigh. Era complejo. Por ejemplo, para publicar todos de forma simultánea en domingo, el semanario Spiegel , tendría que suspender su distribución electrónica estándar del sábado -un ajuste costoso-. "Se encogía el corazón al pensar en cómo diablos podríamos sincronizarnos con cuatro idiomas [y] tres calendarios de producción diferentes", afirma Katz refiriéndose al vespertino Le Monde y a El País publicado a medianoche.

Redacciones . La preparación de los cables diplomáticos y de las noticias relacionadas para su publicación fue difícil. Los periodistas no sólo tuvieron que extraer las mejores noticias de los documentos, sino que los propios cables tuvieron que ser redactados para eliminar las referencias que podrían poner en peligro las vidas de las personas mencionadas. Cada redactor en particular era el primer responsable de redactar los cables que confirmaban sus artículos. Corresponsales clave, como Luke Harding de Moscú, fueron requeridos en Londres para unirse al equipo. Otros periodistas estrella con base en Washington, Bruselas, África, India y América Latina se unieron al equipo a distancia. Walsh, que había regresado por los registros de guerra y se quedó para trabajar en un libro, asumió los cables relacionados con Pakistán y Afganistán. En el período previo al 28 de noviembre, relata Katz, The Guardian tenía más de 25 periodistas y editores involucrados.

La segunda etapa de la redacción la hizo el jefe de producción Jon Casson, quien trató de detectar todo lo que se hubiese omitido la primera vez. Casson se instaló en otra habitación de la planta cuarta normalmente utilizada para formación. Leyó cada noticia y los cables relacionados. Incluso si un periodista se refería sólo a un par de párrafos de un cable largo, Casson tenía que leerlo entero, porque los periódicos se habían comprometido a publicar todos los cables. Él seguía la pista a la parte del proceso en que cada noticia se quedaba. La mayoría de las noticias trabajaban varios cables, por lo que todos ellos fueron redactados para ser publicados simultáneamente con la noticia. Casson no sólo revisó con cuidado las redacciones de The Guardian , sino que comparó la versión de The Guardian con las de los medios asociados.


Production Manager Jon Casson's publication grid

Socios . Estos problemas se multiplicaron por cinco a causa de la sociedad de medios. Las cinco empresas informativas habían acordado mantener el mismo secreto que observaron para los registros de la guerra en Afganistán e Irak. Nadie mencionaría un cable en un correo electrónico o en una conversación telefónica. En su lugar, pondrían las copias impresas de los cables delante de una cámara que permitiría comunicarse por Skype, de modo que todos pudieran ver el tema de la conversación. Los intentos, de película de espionaje, de usar teléfonos desechables y otros dispositivos de seguridad resultaban divertidos pero fracasaron. "Eramos, en esencia, completamente inútiles en cualquiera de esas cosas fantasmales", señala Katz [28] . "La coordinación general fue muy difícil", afirma Casson. "Lo hicimos lo mejor que pudimos" [29] , y añade:

Sólo por el volumen y la urgencia de publicar tanto como fuera posible en el menor tiempo posible resultaba bastante difícil. Si sólo publicase The Guardian , pienso que habría sido un proceso mucho más sencillo.

Casson diseñó una enorme hoja de cálculo online que seguía cada cable por número, el número de identificación de las noticias relacionadas, si el cable había sido redactado, si la redacción había sido coordinada entre las publicaciones asociadas, y cuando estaba prevista la publicación de la noticia y del cable. Al principio, Casson y dos ayudantes estaban procesando más de 200 cables al día. Al final, marcaron más de 900 cables, cada uno codificado con un color que indicaba su etapa de redacción. A pesar de sus mejores esfuerzos, a veces los socios publicaron diferentes versiones de un cable. En muy pocos casos, las publicaciones acordaron no utilizar de ninguna manera un cable porque era demasiado sensible. Los temas que clasificaron como excluidos fueron secretos estratégicos, información sobre plantas de energía nuclear, oleoductos, o detalles sobre operaciones militares.

Casson trabajó duro para evitar la difamación o poner en peligro a algunas personas. Consultó a diario con los abogados de The Guardian . Los diplomáticos o las figuras públicas eran un blanco legítimo. "Pero lo que realmente me mantuvo despierto la mayor parte de las noches -recuerda Casson- era pensar que si publicábamos el nombre de la fuente estábamos poniendo a esa persona o a su familia en peligro". A veces eliminar un nombre no era suficiente; los nombres de lugares y fechas también tenían que omitirse. Del mismo modo, suprimió los pronombres en los casos en que si hablaba una mujer sería identificable. Eso significaba eliminar no sólo "she” y “her” (“ella” y “su” en femenino inglés), sino también “he” y “his” (“él” y “su” en masculino inglés) de vez en cuando para que no fuese obvio cuando se mencionaba a una mujer.

En The Guardian , el secreto era tan fuerte o más de lo que había sido para los registros de la guerra. El equipo continuó trabajando desde dos pequeñas habitaciones del cuarto piso. "Pienso que informé al editor de noticias internacionales, porque tenía que traer de vuelta a alguna de su gente. Sin embargo, mantuvimos un gran hermetismo", recuerda Katz. "Sólo informamos a los principales editores de noticias una semana antes de su publicación". Se prohibió a todos los periodistas que trabajaban en el proyecto hablar de su trabajo.

Peligroso . Hubo también discusiones sobre qué cables usar. Leigh había hecho el primer corte para discernir qué cables producirían noticias que valiesen la pena. La segunda ronda de selecciones miró a la geografía. Si con los registros de la guerra The Guardian estaba preocupado por los posibles mandatos judiciales, ahora se tenía que preocupar también por alterar el orden mundial. "Más de una de nuestras cónyuges, también la mía, -recuerda el director adjunto Katz- preguntó en su momento: ¿qué demonios estáis haciendo y por qué demonios lo estáis haciendo? Vais a comenzar una guerra en alguna parte".

Un grupo de cables, por ejemplo, reveló que el gobierno yemení había dicho que reclamaría como propios ataques aéreos estadounidenses contra sus propios militantes. The New York Times (con la concurrencia de Spiegel ) se mostró reacio a publicar algunos de los materiales sobre Yemen por temor a las repercusiones en una alianza estratégica, pero The Guardian y El País no veían un peligro real en informar ( Le Monde no se decidía). "El debate giró sobre si tendrían sangre entre sus manos si se publicaba esto, porque éste es el frente de lucha contra los islamistas malvados", dijo Rusbridger.

Y en realidad tu puedes debilitar esta lucha publicando esto. El contra argumento era que ya habíamos ido por este camino antes [en Iraq en 2003 y las supuestas armas de destrucción masiva] suprimiendo material por depender de las personas que parecían estar de nuestro lado.

Otro material sensible trataba sobre los puntos de vista de EE.UU. sobre los líderes rusos, las sospechas acerca de una relación estrecha entre el presidente ruso Vladimir Putin y el primer ministro italiano Silvio Berlusconi, las relaciones comerciales de algunos oligarcas rusos, y la corrupción de alto nivel en Pakistán y Afganistán. Mientras la Ley de Secretos Oficiales del Reino Unido técnicamente contemplaba algunos de estos casos, la prensa tenía de su parte la llamada Defensa Reynolds de 1999, un precedente legal que permitía a los medios de comunicación publicar denuncias no probadas si actuaban responsablemente y por el interés público, y siguiendo los procedimientos periodísticos estándar.

Los socios finalmente llegaron a un acuerdo sobre qué noticias publicar. Las más importantes se darían a conocer simultáneamente; la fecha para otras noticias de interés principalmente regional, se dejaría a la elección de cada publicación. "Habíamos discutido de forma violenta por el camino, pero se trataba de hacer algo increíblemente complicado", afirma Rusbridger.


[27] Leigh y Harding, p.177.

[28] Leigh y Harding, p.179.

[29] La autora entrevistó a Jon Casson en Londres el 8 de marzo de 2011. Todas las citas de Casson, a menos que se indique, son de esta entrevista.