Potencial reacción

El Equipo Spotlight pasó octubre y comienzos de noviembre de 2001 reuniendo evidencia, entrevista a entrevista, documento a documento. Gradualmente, comenzó a distinguir las dimensiones de la historia. De hecho, los oscuros hechos representaban un desafío: parecía demasiado malo para ser verdad. Precisamente lo que la constituyó en una buena historia en el sentido periodístico la hacía más difícil de reportear y escribir. Si estaban impactados estos experimentados periodistas, cómo reaccionaría el público? Dice Robinson:

Yo podría haber ido donde mis mejores amigos, que confían en mí implícitamente, y contarles la historia de lo que hizo Geoghan y lo que hizo la iglesia para encubrirlo, y no me hubiesen creído. Porque no puedes creer que una institución como la Iglesia Católica permitiría que se dañara tanto a los niños y por tantas décadas. Nadie lo creería. Nosotros no lo podíamos creer.

Listen to Robinson describe reporting a story that seems too bad to be true.

Aunque Baron no tenía una relación muy íntima con las comunidades católicas, estaba muy conciente del carácter explosivo de la noticia. Sabía, en primer lugar, que su propia religión podría convertirse en un tema: los críticos podrían señalar que había llegado un "editor judío" para inmediatamente lanzar una investigación sobre la iglesia. Baron agrega:

Yo esperaba que hubiese una suerte de explosión de antipatía hacia el Globe , de sentir que, una vez más, el Globe perseguía a la Iglesia Católica, y que no ganaríamos ningún amigo entre los católicos devotos.

El diario también estaba consciente del potencial impacto económico que la publicación de una noticia impactante pudiera tener, en una época de decreciente circulación e ingresos. Eso no significaba que suspenderían la publicación, pero Baron y sus colegas debían ser realistas. "Cuando [los diarios] están perdiendo lectores, hay una sensibilidad mayor hacia la posibilidad de molestar a una buena parte de la comunidad y hacer que cancelen sus suscripciones," explica Baron.

Bradlee afirma que había una "comprensión no verbalizada" entre los periodistas de que los riesgos eran inusualmente altos: estaban, a fin de cuentas, produciendo una historia que incriminaba a la institución más poderosa de la ciudad, una fuente de orgullo y consuelo para millones. Aunque los periodistas de Spotlight no podían prevenir una reacción hostil, podían tratar de minimizarla. Podrían reportear la historia de manera exhaustiva, utilizando documentación y fuentes identificadas donde fuera posible. Resolvieron hacer esfuerzos especiales por redactar de manera desapasionada y evitar utilizar lenguaje cargado y exageraciones, para que los críticos no encontraran ningún gancho en que colgarse para acusarlos de parcialidad. "Teníamos que hacer esta historia a prueba de balas," dice Pfeiffer.